I.
siempre fui una niña obediente y tranquila. con cuatro años me caí montando en bici y pedí socorro mientras me curaban la rodilla. poco más. nunca me rompí un hueso ni tuve que ser operada. quizás por eso me emboba mirar esta herida que cada día cambia de color y de forma. un pequeño derrame en el interior del ojo me habla de lo cerca que he estado de perder algo valioso. ese tipo de cosa tan valiosa que se da muy por sentado. es una suerte, un privilegio, poder mirar el golpe y ver cómo evoluciona. ayer salí a tocar el olivo y la rama que me atizó sigue suelta y enredada. creo que querré conservarla.
II.
el amarillo se va diluyendo como si fuera acuarela. hoy he vencido el miedo a dejar que el agua de la ducha caiga sobre herida. era un miedo pequeño pero limitante e incómodo. la inflamación ha desaparecido casi por completo, parece que evoluciona a buena velocidad. la mujer menos intrépida va a llevar dos cicatrices en la cara. bueno, tres. solo que una de ellas la elegí.
me está gustando escribir cada día un poquito sobre este daño tonto y visible. una de vosotras me ha contado que su abuelo tenia un ojo de cristal por el golpe de una rama: la rebelión de los árboles.
III.
es fascinante cómo el cuerpo sabe lo que tiene que hacer para curarse no ha sido necesario tener una conversación pausada con la piel para que entienda que fue culpa mía, que siento haber querido jugar a ser jardinera, que debí tener más cuidado. no he tenido que convencerla de la importancia de sanar y trabajar en la cicatriz. ella sola, una semana más tarde, ha llegado hasta este punto. ella sola se puso manos a la obra, sin importar nada, sin preguntar. mi cuerpo ha venido a hablarme de que está sano y responde ágil. no quiero dejar esto pasar, no quiero darlo por sentado. me hago cargo y me siento agradecida. por mí y por quienes no pueden decir lo mismo.
IV.
dos semanas y cuatro días. no sé si hay heridas del alma que curen tan rápido. supongo que depende, como en este caso. depende del golpe, de la profundidad depende del talento de la circulación otras tantas cosas asociada sal cuerpo. depende de también del empeño que pones en que la zona esté limpia para que no se infecte, para que no haya complicaciones que condicionen el proceso. ya está casi, falta que se vaya desprendiendo la costra. va con calma y yo no presiono. aún no sé qué tal quedará, pero no me importa demasiado. las personas que más me gustan están llenas de cicatrices.
V.
la voluntad no importa. mi piel se ha curado sin permiso, sin preguntar. no descuidé la herida, pero tampoco puse demasiado empeño en limpiarla por miedo a que me sorprendiera uno de esos desmayos por sugestión. la dejé estar y la observé día a día, de igual modo que hace un tiempo observaba una tristeza que vino de visita y se quedó a vivir. cuando permaneces atento a la pena, la pena se queda; pero esta herida no. quiso ser cicatriz, lo ha tenido claro desde el principio. le dieron igual mis tiempos, si necesitaba despedirme o entender la fragilidad de la piel; o si igual quería seguir viviendo con una herida abierta un tiempo más. este daño seleccionó lo mejor que hay en mi organismo y lo empleó en sanar rápido. un mes. una línea nueva, rosada, atraviesa el arco de mi ceja como queriendo hacerse ver, pero discreta. como queriendo recordarme el golpe y lo irremediable. como queriendo decir algo importante sobre mí que todavía no entiendo
Gracias por recordar(me) que la poesía es un hilo quirúrgico para todo tipo de heridas.
Gracias por encontrar poesía en cada detalle