Es innegable que caminamos sobre una nueva era, y que aquellas cosas que nos diferencian de generaciones anteriores abren grietas cada vez más profundas en las expectativas y en el futuro. No envejecemos con la calma ni con la resignación de antaño, nos aferramos a nuevas cosas. Exploramos nuevos lugares, avanzamos tanteando lo que será. Buscamos estar a salvo en esta renovada libertad que es otorgada a quienes pueden elegir y deciden tomar distancia de las heridas conocidas en favor de las que están por conocer; los miedos comienzan a bailar con las ilusiones.
Con respecto al amor, estamos descubriendo una oportunidad en la individualidad como alternativa a la pareja. ¿Nos bastamos? ¿Somos lo suficientemente suficientes como para que el camino hacia lo marchito valga la pena? El autoamor salvaje se presenta como una consecuencia inevitable de los cambios de dinámicas en la pareja, que justamente integran esa nueva libertad. De un extremo a otro: del por siempre jamás al jamás por siempre. Escribo esto mientras observo de fondo mi colección de películas Disney, todas esas con las que crecí. No puedo evitar reírme un poco.
Sigo. Los jóvenes se enamoran como siempre, pero los ya no tan jóvenes nos encontramos con nuevos y cada vez más extendidos escenarios. ¿Cómo de roto está lo que está roto? ¿Está roto o descosido? ¿Se puede coser lo roto? ¿Reparar lo descosido? Inevitable pensar en esta técnica milenaria del kintsugi que tan romantizada aparece una y otra vez en redes. Pero es que no somos jarrones ni platos, joder. La resiliencia no basta para conservar la capacidad de ilusionarse. Podemos reparar y embellecer, pero si no lo sentimos reparado y hermoso… no hemos hecho nada más que una manualidad. La estética haciendo ilusionismos. ¿Qué pasa con el corazón del jarrón? ¿Alguien le ha preguntado cómo se siente? Sobrevivir no basta para sostener la felicidad en este primer mundo. ¿Cómo cuidamos el amor para que no muera en el momento del impacto contra el suelo?
Es natural que, en contraposición a lo que hemos vivido a lo largo de la historia (la idea del amor indestructible y para siempre), la huida hacia una misma se presenta como lo más interesante. Sé que no todo es ni debe ser reparable, pero creo que sería justo y necesario indagar también en nuevas fórmulas para conservar el amor, conservar la mirada, la piel. Fórmulas para que dos caminos puedan encontrarse y reconocerse a lo largo de los años. Fórmulas contra el miedo, en favor de los nuevos deseos. Maneras en que las libertades puedan convivir y alimentar ese amor que acompañe y enriquezca la vida. Rescatar de antaño lo que sí merecía la pena y darle un toque 2.0. Que no todo sea soltar.
Cada uno se aferra con todo su dolor a lo que tiene. Quienes renuncian a la pareja defienden con fervor su postura para darle sentido a su elección, y que lo que les duele no pese tanto. Quienes eligen la pareja, igual. Pero las luces y las sombran de cada situación están más que expuestas.
Que no perdamos en el autoamor la capacidad de tenernos.
Os deseo una felicísima semana; seguimos rompiendo el asfalto, flores. :)
Tener quien te abrace fuerte, cuando todo pesa tanto, es la suerte de éstos días ❤️
Tu texto ha sido un bálsamo, Sara! 🙏🍃🫂